martes, 27 de abril de 2010

El ave que es más inteligente que tú

Cada vez me sorprenden más estos animalitos. Ahora dudo de nuestra definición de humanos como "únicos seres racionales"

Ópera de Aserejé

¿Quién se iba a imaginar que en esto se podría convertir la afamada y tonta canción de las ketchup? ... Ay! Niñez!
Y al director como que le late hacer versiones semejantes, por ahí está el de "Dragon sea din tei", o como sea que se escriba.  

El mundo se vuelca de un momento a otro...


El mundo se vuelca de un momento a otro. No sirve alguna experiencia tardía o lejana, pues su encanto se desvanece en el vacío. Ella escribía cual rana extendiese sus patas lánguidas hasta el extremo, llevada por la zozobra, rodeada de pura necesidad física. Volvíase a ver el tablero de madera grabado con palabras insulsas, tramposas, falsas; cargadas de la invención más perversa del hombre, y la más natural. 
Salió por la puerta muy tranquilamente, chasqueando los fangosos charcos de la avenida, y buscó una tienda, o un lugar, que pareciera de todo menos lo que ya conocía.
Pensando, pensando, pensando... y estaba harta de pensar. “¿Pensar para qué?” se decía. “Yo no puedo pensar más sobre esto, pues esto es así, y así lo piense, no cambiará. No merece que le piense, no merece que trate de explicarle...”
Pero ya sabía ella que no era su voluntad. Las emociones son tan abstractas que se difuminan por el espacio mental, y ella trataba en vano de condensar aquella nube endeble e indecisa, pero escapábase de sus manos.
Su frustración entonces se enredó con sus ganas de pararlo todo. Aunque ella hubiese perdido el ritmo por un momento, se podía escapar de ella misma, pues deseaba perderse hasta que no quedase rastro de sus infructuosos pensamientos.
“Todo es así. Tal como me lo han mostrado. Tal como me han querido hacer entender a la fuerza, con dolor y rezago.”
Se tomó un café, se sentó y notó que los detalles por sí solos hablaban. Más que un libro, más que una canción, las cosas se mostraban como eran, llenas de ellas mismas, y su información pululaba el aire para ser codificada por algún desocupado, por algún desquiciado animal que le interesase saber cómo el universo se forma y funciona; y así, sin más, descubrir su inmensa y simple belleza, cuya imagen jamás será cortada ni por la fusión de todos los sentimientos del mundo.
“La belleza es de todo, porque no piensa ni siente, sino está. Se transforma y colorea dondequiera que miro... y algo tan simple puede apaciguar el ahogo de no explicarlo todo, de no querer sentir por el hecho de sentir.”
El mesero la miraba con extrañeza. Se sentó a su lado y le ofreció otra taza de café. Ella ni siquiera escuchó. Parecía drogada, tonta, cual ser raro no mereciese atención. Él repitió su oferta, y ella, con la mirada siempre perdida, la agradeció y la rechazó. Así, volvió a su casa, con el mundo volcado; listo para recolectar otra experiencia y otra explicación frustrada.