jueves, 27 de mayo de 2010

Celula sintetizada no es crear vida: el seguimiento ético debe ser otro.

Muchos medios de comunicación e instituciones religiosas han estado debatiendo sobre la moralidad del reciente hecho científico acometido por Craig Venter, cuyo equipo también fue el primero en descifrar el genoma humano completo. En muchos casos, están dando por hecho que se trata de la creación de vida tal y como Dios lo haría. No lo es. Se trata de una síntesis, es decir, la composición de un todo por la reunión de sus partes(1).

"... lo que sí es cierto es que el estudio demuestra la posibilidad real que hay de sintetizar (determinar el orden exacto en que se encuentran dispuestos las bases químicas del ADN) un genoma con base en información existente y así generar una célula que se comporte de acuerdo con dicha información" afirmó Moisés Wasserman, experto en biología molecular y rector de la Universidad Nacional de Colombia.
Esta célula deriva de un cromosoma que ha sido organizado previamente en un computador y sintetizado quimicamente.

La cuestión de moralidad se debería enfocar en otro aspecto más importante que a veces es obviado en las discuciones. Ya habéis escuchado de su posible utilización para armas biológicas y demás, luego se trata de establecer tratados que regulen el uso que se le da a esta tecnología con el fin de suplir las necesidades más urgentes de la humanidad: la lucha contra la contaminación, la síntesis de curas para las enfermedades, la fabricación de órganos, el incremento del porcentaje nutritivo de los alimentos, así como el mejoramiento de su producción (sin olvidarse de los países pobres obviamente), entre otras cosas. 
Además, ya está presente el temor de que Venter pantente su célula -lo que generalmente se hace con los transgénicos-, suponiendo el control del monopolio de la ingeniería genética. Dado que la inversión a estos proyectos científicos benefician la hegemonía de los países desarrollados, no se puede olvidar que a este propósito también se suma el interés económico que las diferentes multinacionales les ven. Por lo tanto, la vigilancia internacional es indispensable para garantizar que la manipulación no vaya más allá de la inevitable potenciación de la industria productiva de estos países y coorporaciones. 

(1) primera acepción del Diccionario de la Real Academia Española

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